El Gran Canal y la Gran Muralla
En Breve: Una breve reseña que muestra algunas de las semejanzas entre las dos obras icónicas de la historia y la cultura china, sus objetivos, y sus diferencias. Así como la forma en la que ambas acabaron por conformar este país.
Siempre me ha llamado la atención el paralelismo que existe entre las dos grandes maravillas de la ingeniería china: el Gran Canal y la Gran Muralla. La Gran Muralla se extendía a lo largo de más de seis mil kilómetros de la frontera norte de China, separando de forma más o menos efectiva las tierras agrícolas de la China propiamente dicha, de los territorios nómadas poblados por diversos tipos de pastores. El Gran Canal lo hace a lo largo de 1.800 kilómetros del corazón del país, comunicando gracias a sus aguas, sus principales centros económicos, políticos y comerciales. Así pues, estas dos obras impresionantes, sin parangón en la historia de la humanidad, reflejo de la capacidad del pueblo chino para completar tareas de dimensiones ciclópeas, muestran los dos principales impulsos presentes en la formación de China: la integración y la separación. Mientras que la Gran Muralla es el símbolo de esa separación entre la cultura china, agrícola, sedentaria, refinada y urbana, y esas otras culturas nómadas, siempre en movimiento, el Gran Canal es el símbolo de la exitosa integración entre las culturas del norte y del sur de China que acabarán por formar un país con unas características comunes bien definidas.
Pienso que el Gran Canal y la Gran Muralla son la urdimbre sobre la que se ha fraguado la civilización china, el telar sobre el que la historia ha ido configurando una de las culturas más singulares de nuestro planeta, pues si ya es sabido que la Gran Muralla es la heredera de las pequeñas murallas que empezaron a construirse hace más de 25 siglos, en tiempos de los Reinos Combatientes, y que en realidad, lejos de ser una sola línea continua, es un complejo entramado de murallas de más de 20.000 kilómetros, el Gran Canal es la apoteosis de esos pequeños canales que desde la misma época empezaron a modelar la economía y política de China; y uniendo sus cinco ríos principales constituye la artería principal de un entramado de transporte difícil de imaginar.
Y al igual que la Gran Muralla es grande como la mayor heredera de las murallas originales que separaban el mundo chino de los mundos exteriores, el Gran Canal lo es como la culminación de los procesos de integración que durante los siglos anteriores habían ido acercando poco a poco a las poblaciones de China. Diseñado para la conquista y el comercio, la producción de alimentos y su distribución, para la guerra y para la paz, el Gran Canal simboliza la gran integración, la comunicación continua, la construcción de una identidad nacional en torno a esas culturas distintas herederas de las tradiciones de los Reinos Combatientes. Y especialmente de la China del norte y la del sur; del trigo y el arroz, la carne y el pescado, la dureza y la sensibilidad, el yang y el yin. Sí, el Gran Canal bien podría ser la línea elegante que separa y comunica los dos principios opuestos en el clásico anagrama taoísta.
No es casualidad que las dos grandes unificaciones de China hayan dado como resultado estas dos maravillas de la ingeniería. Y si esa primera unificación del Primer Emperador Qinshihuang nos dejó la Gran Muralla, la segunda, llevada a cabo 700 años después por la Dinastía Sui (581-618), legó a la posteridad el Gran Canal. También es interesante señalar que ambas obras dejaron tan exhaustas a las respectivas dinastías, y al pueblo en general, que poco después de finalizar su construcción, ellas mismas fueron derrocadas por levantamientos populares, disfrutando en cambio del progreso que éstas trajeron, las dinastías que les sucedieron: la Dinastía Han en el caso de la Gran Muralla y la Tang en el caso del Gran Canal. Siendo las dinastías Han y la Tang precisamente las que moldearon el alma de China. Para mayor paralelismo estas dos grandes obras fueron determinantes en el final de estas dinastías, y así, tras la muerte de Qinshihuang, la trampa que se tendió a su heredero legítimo, destinado en la Gran Muralla, le llevó al suicidio, dando paso con él al reinado de su débil hermano, y eventualmente al final de la dinastía. El propio emperador Yang de la dinastía Sui, constructor del Gran Canal, moriría en Yangzhou, al final de un tour de inspección por el mismo. Este es el segundo capítulo de mi libro «El Gran Canal y la China del Agua».
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