Templo a la Madre del Dragón de los Bai
Todos los que visitan la ciudad antigua de Dali van a ver las famosísimas Tres Pagodas, pues es uno de los monumentos más famosos de la ciudad y de todo Yunnan, pero muy pocos saben que justo en la aldea de al lado. A apenas 100 metros al norte, hay una pequeña aldea que tiene como deidad Benzhu (protector de la aldea) a alguien muy especial. La Madre del Dragón. Esta es su mito según circula entre los Bai.
La Madre del Dragón era originalmente una chica pobre que vivía en la aldea del Melocotón Verde. Una vez fue al monte a cortar leña y vio un melocotón verde, así que lo cogió y se lo comió. Inesperadamente, se quedó embarazada. Meses después dio a luz al niño, y lo abandonó en la montaña. Más tarde, fue a la montaña para buscar al niño abandonado, y vio que el niño había crecido, pues una gran serpiente había traído comida para alimentarlo.
Así que la mujer se llevó al niño a casa y lo crió. Pronto el hijo creció hasta los doce años, y solía seguir a su madre para trabajar en las montañas, y cuando tenía sed, iba a un estanque llamado el Estanque del Dragón para beber de él.
Un día, mientras el niño bebía en el Estanque del Dragón, sintió que el agua estaba un poco caliente y dijo: «¿Estará enfermo el dragón?» Un momento después, vio salir a un gigante del estanque que le preguntó si podía curar al dragón.
El niño dijo: «Vamos a intentarlo». Entonces las aguas del estanque se dividieron en el centro separándolo en dos secciones, apareciendo en el centro unos escalones bajo el estanque que parecían de cristal. El niño bajó entonces con el gigante al palacio del dragón, y vio al rey del dragón gimiendo tras una cortina de perlas. El niño sacó de su pecho las hierbas que había recogido de las montañas y se las ofreció al Rey Dragón, que las comió y se curó inmediatamente. El Rey Dragón le ofreció como recompensa innumerables joyas, pero él niño se negó a aceptar nada, diciendo que sólo se quedaría en el Palacio del Dragón unos días más. Así que el Rey Dragón le tuvo como su invitado durante un tiempo.
Un día, el niño vio en el palacio un vestido de dragón amarillo, y se la probó en secreto. De repente surgió un rayo y sonó un trueno, y se dio cuenta que su cuerpo había cambiado para convertirse en un dragón amarillo.
El Rey Dragón se enfadó con él por ser desobediente, y dado que justo en ese momento había un dragón negro que había taponado el paso de abajo, haciendo que el Dali se inundara, le pidió que expulsara al dragón negro para redimirse.
Siempre como un dragón amarillo el chico luchó contra el Dragón Negro, con el resultado de que le rompió uno de los cuernos y le dañó uno de sus ojos. Tras perder la batalla, el Dragón Negro corrió hacia el puente de Tiansheng, se precipitó por un agujero y huyó. Entonces la inundación en Dali se calmó.
El niño se transformó entonces en una pequeña serpiente y se arrastró desde el césped verde hasta el Pabellón Linshui, donde se convirtió en el dios que controlaba el lago Erhai, habitando allí durante mucho tiempo. En agradecimiento a él por haber eliminado las inundaciones, el pueblo construyó aquí un santuario al dios del Lago Erhai y honró a su madre como la Madre del Dragón.
Está exaltación de la Madre del Dragón en realidad combina el respeto de los Bai por las deidades femeninas, pues de entre todos sus dioses la más venerada es Guanyin, con cientos de templos en sus aldeas, con el culto al dragón, cuya acción regulando las aguas es tan necesaria para su agricultura.
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