Cómo la presencia de diosas allana el camino al poder femenino

Cómo la presencia de diosas allana el camino al poder femenino

Una de las tesis de mi libro Matriarcado en China: madres, diosas, reinas y chamanes (Madrid, 2011) fue afirmar que la presencia de diosas con papel prominente en una cultura podía señalar la existencia pasada o presente de una sociedad matriarcal. Un interesante libro (Rothschild, Norman H.. Emperor Wu Zhao and Her Pantheon of Devis, Divinities, and Dynastic Mothers) publicado hace unos años examina en detalle esa relación con motivo de la ascensión al trono de la única emperatriz de China: Wu Zetian.

La emperatriz Wu fue la única emperatriz en la historia de China que ascendió al trono imperial por derecho propio. Otras emperatrices, más de las que cuentan las historias oficiales, asumieron de forma directa o indirecta durante muchos años el trono de China, a veces de forma legítima, como regentes, y otras mediante su influencia sobre emperadores sin personalidad o demasiado jóvenes,  pero la única que puede ser llamada por derecho propio emperatriz fue Wu Zetian.

De hecho el tiempo durante el que esta mujer dirigió el destino de China se extiende más allá del que propiamente ejerció como emperatriz, pues durante gran parte del reinado de su marido,  el emperador Gaozong, ella gobernaba ya en su nombre,  y se les conocía a los dos como “los dos sabios”.  Solo a su muerte ella hizo efectivo un gobierno que venía realizando durante los últimos años de la vida de Gaozong, pero para poder cimentar la presencia femenina en el pináculo del poder imperial en un país eminentemente machista, en el que todos los emperadores anteriores habían sido hombres, la emperatriz u promovió una continua reevaluación del papel de algunas diosas y madres ejemplares desde la más remota antigüedad. De esta forma ella fue colocando ante los ojos del pueblo, y especialmente de los intelectuales y ministros, ejemplos de la historia de China en los que las madres o las diosas habían jugado un papel determinante en el gobierno del país, de la familia o en la salvación de la patria.

Este apasionante libro es un recorrido por estas deidades femeninas y madres históricamente importantes. Al analizar la relación, y la exaltación que la emperatriz Wu hizo de ellas, el autor también nos habla de su trayectoria, de la importancia que tuvieron en un momento determinado, de cómo fueron vistas posteriormente a lo largo de la historia de China, y especialmente de cómo acabaron por ser consideradas un modelo adecuado en el que reflejar el gobierno de la emperatriz Wu.

De esta forma el lector descubre de nuevo no solamente la importancia verdadera de algunas deidades ya conocidas como la creadora Nuwa o la Reina Madre del Oeste, o la Diosa del Río Luo, sino que aparecen otros modelos habitualmente no tan conocidos, como puede ser la madre Wen, esposa del primer emperador de la Dinastía Zhou,  la madre de Mencio,  la de Laozi, en algunos textos una de las deidades supremas del taoísmo, o la propia Maya, madre de Buda.

Con todas esas deidades se crea un ambiente en el que la presencia de una mujer al mando del país no solo se convierte en algo normal, y aceptable por tanto para todos los implicados en el gobierno, sino que podríamos llegar a decir que se convierte en una bendición.  Una que trae consigo toda una serie de factores positivos femeninos que yacían latentes en la historia de China y se ponen de manifiesto con la emperatriz.

Es de reseñar además que efectivamente, al igual que sucedió en el caso de algunas otras emperatrices regentes, Wu Zetian se preocupó porque esta teoría se hiciera realidad, y los años que estuvo al frente del gobierno fueron realmente unos años de prosperidad para el país.

Las dos grandes virtudes del libro son establecer la importancia de deidades y personajes femeninos a lo largo de la historia, a veces latente o poco estudiada, así como relacionar esas virtudes con la historia política de Wu Zetian. Un libro que por la originalidad de su planteamiento y el éxito con que se lleva a cabo es recomendable para todos los interesados en la historia china, en las relaciones de género en este país, en la mitología matriarcal de China y en la dinastía Tang.

Hay dos párrafos que pueden resumir perfectamente el planteamiento del libro:

«Reajustar los conceptos míticos, simbólicos y lingüísticos de su cultura de manera que sancionaran su autoridad fue una empresa compleja que incluyó una hábil campaña para posicionarse como la descendiente de un poderoso y virtuoso panteón femenino. Desarrolló y adoptó meticulosamente un linaje de ancestros, diosas y parangones culturalmente venerados de diferentes tradiciones, todos ellos estrechamente relacionados con su persona y su poder político».

«Wu Zhao [Zetian]  tuvo la suerte de contar con un gran almacén de mitos de diosas al que recurrir. Susan Mann afirma que, para una cultura tradicional ostensiblemente patriarcal, China poseía un amplio y variado repositorio de mitos y folclore relativos a la mujer.  En su estudio de la mitología china, Anne Birrell señala que las diosas ancestrales como Nüwa y la divinidad del río Luo eran «más significativas mitológicamente en cuanto a su función y papel» que sus homólogos masculinos. Señala que estas divinidades femeninas desempeñaban una serie de papeles diferentes que determinan la cultura: creadora, espíritu de la naturaleza, espíritu tutelar local, madre o consorte de un dios, presagio de desastres, donante de inmortalidad, portadora de castigos y fundadora de dinastías».

La obra separa en cuatro categorías el conjunto de divinidades y mujeres eminentes de Wu Zhao:

Parte I. Diosas de la Antigüedad

Parte II. Madres Dinásticas, Madres Ejemplares

Parte III. Aprovechando las Energías Numinosas de las Divinidades Daoístas Femeninas

Parte IV. Diosas y Devis budistas».

Ceinos Arcones, Pedro. Matriarcado en China: madres, diosas, reinas y chamanes. Miraguano Ediciones, Madrid, 2011.

Rothschild, Norman H.. Emperor Wu Zhao and Her Pantheon of Devis, Divinities, and Dynastic Mothers. Columbia University Press. 2015.

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