Cheng Naishan. The Blue House. Panda Books. 1989.
“Cheng Naishan cautiva a los lectores con historias acerca de las vidas presentes de los capitalistas de Shanghai, que han superado 30 años de vicisitudes políticas, así como las vidas de sus hijos.”Así comienza la presentación en esta obra en la contraportada del libro, y esto ya nos da una idea del carácter de estas narraciones, que están ceñidas a la vida en Shanghai, a un momento histórico muy determinado, el que sigue al final de la Revolución Cultural y sobre una clase social también muy particular, los descendientes de algunas familias pudientes de antes de la Revolución que llegaron empobrecidas al nuevo despertar del capitalismo en China.
Ese marco histórico temporal es la mayor virtud del libro y a la vez su mayor defecto, pues podríamos decir que por una parte es recomendable para toda persona interesada por conocer Shanghai, los que han vivido en la ciudad, o los que sienten algo especial por ella, pues la autora describe una realidad local difícil de descubrir para los extranjeros, por muchos años que residan en la ciudad. Pero a su vez ese marco fuerza un límite en estas obras, el del momento histórico en el que se desarrollan, la década de 1980, unos años que presentan grandes transformaciones en las vidas de la gente. Cheng Naishan describe con gran maestría las contradicciones en un momento muy determinado de la historia de la ciudad, en algunas personas en las que se encuentran por una parte los restos de la mentalidad aristocrática de antes de la revolución, el germen de un nuevo capitalismo primitivo que lentamente surge con las nuevas políticas, en el que la mayor ventaja económica es tener alguien en el extranjero que envíe regularmente divisa fuerte, y los últimos coletazos del sistema que se desarrolló durante la Revolución Cultural.
Enmarcar las narraciones en un periodo histórico tan concreto y tan breve, de apenas de 10 años prácticamente esa la vez una ventaja y un hándicap, puesto que por una parte nos permite conocer las contradicciones que sufría la gente que habían pertenecido antaño a las clase elevadas, que han visto sus privilegios suprimidos y tampoco está integrada en la nueva estructura propuesta por el partido, porque su educación todavía les mantenía un poco alejados del resto la gente. Pero el inconveniente que tiene este localización espacio temporal tan estrecha es que acaba de resultan un poco difícil identificarse con los protagonistas, pues la ciudad enseguida cambió, tanto que esas pequeñas miserias, esos pequeños sufrimientos, dado que a la vez son mucho menores que las grandes tragedias que se describen tantas veces en las experiencias de la Revulición Cultura o el Gran Salto Adelante, no nos llegan al corazón.
Entonces ni nos encontramos con esas tragedia que nos podría haber conmovido, como en las obras que tratan de otros periodos históricos mucho más violentos y mucho mejor definidos, ni nos encontramos con unas ideas que podríamos llamar universales, pues realmente la autora no pretende generalizar estas experiencias.
En los personajes de las 3 novelitas y el cuento corto contenidos en este libro continuamente hay una ansiedad general por el dinero, por escapar de las viviendas tan pequeñas, de un mundo en el que se percibe una falta de oportunidades y en el que parece que no basta con haber superado los horrores de la Revolución Cultural, sino que el progreso material, presente en pequeños y grandes electrodomésticos y otros bienes materiales, debe ser alcanzado inmediatamente. En ese contexto no es fácil identificarse con los protagonistas, es difícil establecer una empatía con sus anhelos, con sus aspiraciones, sino que el lector se mantiene como testigo involuntario de las actuaciones de un grupo de personas inadaptadas a su tiempo. Como además esos anhelos materiales se pudieron satisfacer en los años inmediatamente posteriores, le da un carácter demasiado efímero, demasiado temporal . Nos cuesta trabajo identificarnos son unas personas que sufren pequeñas tragedias por su excesiva dependencia del dinero y las condiciones materiales, unas condiciones que solo se revelan esencialmente miserables cuando se comparan con antiguas mansiones que están recuperando algunas viejas familias. Nos parece que son pobres intelectualmente por regla general, y ellos mismos descubren esa pobreza a veces de forma trágica, pero sólo un poco trágica.
Por ejemplo en La Casa Azul que da título al libro. La narración en la que se puede descubrir mayor calidad porque muestra una historia tal vez más potente y a la vez se podría ver como un cuento de iniciación, el protagonista busca con tan gran anhelo una mejora económica inmediata para mostrarse digno ante la joven que ama, que la pierde precisamente por ese énfasis en el dinero.
Ambientada en el Shanghai de las primeras reformas y políticas de apertura la novela es una buena descripción de unos años poco conocidos, y a la vez un recuerdo de la rapidez con l que estos años de tímidas reformas y dificultades que parecían insuperables para conseguir los más elementales bienes de consumo, dieron paso en menos de una década a una sociedad mucho más rica.
La acción se basa en las experiencias de Gu Chunhui cuando va descubriendo que es el nieto de uno de los grandes titanes de la industria del Shanghai pre-comunista, y cuando más adelante conoce a su primo, que ahora vive en la gran mansión familiar, la Casa Azul, que con las nuevas políticas el gobierno ha devuelto a la familia. Él en cambio vive con sus padres en un piso miserable donde apenas tienen espacio para desenvolverse. El trato continuo con su primo hace surgir en él el deseo de reincorporarse a esa rama “rica” de la familia, y liberarse de una pobreza que en ese momento se ve como eterna. Sus ambiciones se ven exacerbadas cuando se enamora de Bai Hong, y sólo desea poder ofrecerle un ambiente cómodo para el futuro.
En las prisas típicas de la adolescencia, su deseo le obliga a descubrir que la renuncia de su padre a la herencia que le correspondía fue debida a las injustificadas presiones que recibió de su progenitor y que la misteriosa Bai Hong, procedente de una familia militar acomodada, tiene una visión de la vida completamente diferente a la suya. Una reunión de todos los afectados en la Casa Azul desarrollará la novela en un clímax emocional, que acaba mostrando al protagonista la dificultad de mantener posiciones que aparecen como contradictorias.
Una buena narración, y descripción de ambientes y lugares muy específicos del Shanghai de la época.
El segundo cuento, La Calle de los Pobres, podríamos decir que describe la adaptación de los ideales de una señorita de clase media que acaba dándose cuenta que tampoco está tan fuera lugar trabajando como profesora en uno de los barrios más pobres de Shanghai.
El tercero, las Tribulaciones de las Hijas, es tal vez el más ejemplarizante de las contradicciones que se vivían en el Shanghai de ese momento por este tipo de personas.
Pero he dicho que el libro es de lectura necesaria para todos los que quieren conocer Shanghai porque precisamente es un retrato de la historia reciente de esta ciudad, que puede ayudar a entender muchas de las características que se dan posteriormente, como la recuperación de muchas empresas por parte de los propietarios originales y de muchas casas y bueno y un poco como se fue dando ese proceso de transformación social que en apenas una década dejó a la ciudad y a sus habitantes, irreconocibles.
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