Medianoche- una gran novela fallida
Antes de leer “Medianoche”, la obra cumbre de Mao Dun, el escritor chino más poderoso en el siglo XX, leyendo las presentaciones de la edición china, unos se pregunta por qué tal magno tesoro de la literatura no ha sido editada en España. Tras leerla descubre que su valor literario no es tan grande, y sí, por supuesto que sería interesante verla publicada en España, su lectura es interesante, pero lejos está de ser una de las mejores novelas chinas del siglo XX.
La novela Medianoche está considerada una obra realista y forma parte de un movimiento de la nueva literatura China. En realidad el realismo es muy suave pues a pesar de estar ambientada en las luchas tanto de poder entre los magnates económicos industriales de Shanghai así como un poco menos en los conflicto sociales entre los propietarios de fábricas y los obreros, el desarrollo es bastante superficial. Ni la descripción de estas contradicciones llega a cargar las tintas en ningún momento, ni siquiera buscando un realismo que podría ser cierto. Por ejemplo cuando describe la tremenda huelga en la fábrica del protagonista Wu Sunfu, pues la policía mete a alguno de los comunistas o sospechosos en un cuarto pero no estamos viendo las torturas o asesinatos que se dieron con una cierta frecuencia en esa época. E incluso los conflictos entre los dos grandes tiburones de las finanzas igualmente parecen mantenerse en una situación que podríamos decir civilizada. Sus intentos de influir en las políticas gubernamentales quedan difuminados en palabras oscuras, no se ve el dinero, ni la violencia, en definitiva, las lacras de la sociedad que el realismo presume de mostrar a la luz, no se ven en esta novela.
Pero el considerar a esta obra como realista no es un mero juego de palabras, es importante en el interés del lector por conocer cómo eran realmente las situaciones que describe el autor, y que desgraciadamente se queda sin conocer. Por ejemplo, tanto la descripción de las cabañas donde bien los obreros, donde trascurre gran parte del acción en los capítulos de la huelga, como de los motivos de los trabajadores para vivir allí en lugar de sus lugares natales se trata con una superficialidad que dificulta la empatía del lector. Se dan un par de pinceladas, es cierto, o sea el lector sabe que son prácticamente chabolas pero no hay una idea de cómo transcurre la vida en ellas. Tampoco se decide el autor contar la historia de alguna de estas personas, y eso yo creo que es un error porque sin la individualización de los personajes que proporciona su historia personal, el lector no encuentra una empatía que le permita comprenderlos, amarlos, interesarse por lo que les pasa.
Habría dado otro color a la novela proporcionar una descripción de la llegada a Shanghai de sus protagonistas. Esta descripción no habría quitado interés a la novela pues apenas en un par de páginas podría haber quedado bastante claro el panorama de inseguridad, hambre, violencia, préstamos usureros, etcétera en la que estaban viviendo y eso nos puede hacer entender que esa vida tan miserable les puede merecer la pena. Al contrario, al empezar la novela describiéndonos la vida de los grandes financieros, nos está animando con identificarnos con ellos. Al lector le resultan más cercanos los pequeños problemas de los jóvenes aristócratas que las grandes tragedias de los activistas sindicales. Y es una pena porque el autor sabe hacerlo, como demuestra en los cuentos y las novelas cortas traducidas en “Spring Silkworms and other stories” (Foreign Language Press, Beijing, 1979).
Y no es que esperara una obra más revolucionaria, es que echo a faltar la comprensión total de los problemas que plantea. Es de agradecer que el autor no caiga en el maniqueísmo de buenos y malos, y de hecho nos muestra cómo la realidad económica a la que hacen frente los industriales es bastante compleja, con una serie de políticas gubernamentales que facilitan la entrada de los productos extranjeros casi sin impuestos, mientras que gravan a los productos chinos, con un estado de guerra casi continua que dificulta el comercio y la comunicación con el interior del país, con una serie de empresas multinacionales, con mayor capital y tecnología compitiendo por un mercado cada vez más reducido, y la tentación siempre de esa especulación con los bonos gubernamentales que aparecen como la salvación de los especuladores.
Digo esto porque el autor sí que nos permite entender el comportamiento de la mayoría de los personajes adinerados. Nos da las claves, nos cuenta cómo consiguieron su fortuna y por qué se trasladaron a Shanghai, incluso nos habla de los problemas que se enfrentaron al llegar a la ciudad. Pero no sabemos nada de esto de los personajes de los obreros, y esto, para una novela que intenta describir de forma realista el Shanghai de la década de 1930 es un gran fallo. El gran fresco que pretende ser de el reflejo de la vida en la ciudad se queda desdibujado.
Al final, sin conocer las emociones que animan los estereotipados personajes de los obreros, sin saber lo que se juegan con cada movimiento, no se les consigue colocar con claridad en ese fresco, mientras que por otro lado, la meticulosa descripción de cada una de las pequeñas victorias y derrotas financieras de los protagonistas, que uno sospecha no van a llegar a tener consecuencias realmente trágicas, se hace repetitiva en una obra de más de 500 páginas. Al final, lo que prometía ser la gran novela de la ciudad se queda en una descripción de los dos últimos meses de la carrera financiera de Wu Sunfu, y ni siquiera de él sabemos lo suficiente como para saber cómo ha llegado a donde está.
Una novela fallida, a pesar de que el editor de la traducción española (de Mirko Lauer, bastante floja por cierto), nos diga que “es considerada su obra maestra” y que “fue recibida con beneplácito por el público. Qu Qiubai, respetado crítico literario, la calificó entonces como «la primera novela exitosa del realismo chino» y anotó que el autor «ha logrado expresar literariamente las relaciones imperantes en la sociedad de entonces, aplicando auténticas ciencias sociales».
El autor, nacido Chen Yanbing (1896-1981) en la provincia de Zhejiang, fue uno de los personajes claves en el mundo cultural y literario de China, desde noviembre de 1920, cuando fundó con otros autores la Sociedad de Investigaciones Literarias, hasta su muerte 6 décadas después. Siendo director de publicaciones políticas y literarias, delegado a la Asamblea Popular Nacional tras la fundación de la República Popular China, presidente de importantes asociaciones literarias, director de la revista Literatura China, y Ministro de Cultura.
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