En el estanque |
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| 20070911 | ||
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Ha Jin.- En el estanque. Tusquets. 2002. La incapacidad
de los libros de historia para convertirse en fiel reflejo de la realidad
que pretenden interpretar se pone de manifiesto en las obras que tratan
la historia más reciente. En ellas, las afirmaciones monolíticas
y generalizantes necesarias para intentar entender las fuerzas en juego
en un momento histórico determinado, se ven contestadas por la
multiplicidad de historias personales que insisten en contradecir esa
realidad histórica considerada como tal. En ese aspecto, obras
como la presente, ambientadas en los años posteriores a la muerte
de Mao Zedong, contribuyen de manera decisiva a definir los detalles del
gran cuadro de esa época. Una pequeña fábula revolucionaria ambientada en los años posteriores a la muerte de Mao que discurre entre las miserias y anhelos de unos personajes comunes, casi demasiado comunes. A lo largo de la obra los ideales se confunden con los intereses personales, las injusticias con los avatares de la vida, y las miserias cotidianas de personajes que se esfuerzan por apoderarse de las migajas de riqueza que se ponen a su alcance, proporcionan un vívido cuadro costumbrista de un tiempo y un lugar en China. La acción se va desarrollando como un juego en la que los personajes alcanzan su esplendor por su rotunda humanidad, donde ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos. Entre la curiosa indiferencia de unos espectadores que sólo parecen querer disfrutar con las oportunidades que les brinda el enfrentamiento entre el trabajador artista y sus mandos de la fábrica de fertilizantes. Es interesante la capacidad del autor para dramatizar acontecimientos casi insignificantes de manera que consiguen proporcionar una buena dosis de suspense sobre la solución de un conflicto basado en acontecimientos nimios. La descripción de ese ambiente miserable en el que un paquete de manzanas puede llegar a ser considerado un soborno, ayuda a comprender un periodo de la historia reciente de China que requiere para su comprensión la fusión de la historia y sus frías descripciones, y la narrativa, con ese marco histórico temporal donde coloca a sus personajes. Una realidad que opone a esa sociedad monolítica demasiado frecuentemente descrita en los libros de historia, una combinación de fuerzas humanas en las que cuentan los lazos de sangre, los políticos, los economices, así como la amistad desinteresada. Donde a esas visiones unilateralistas que tan a menudo nos encontramos se ve contestada por una riqueza de situaciones que se corresponde más fielmente con la realidad histórica. |
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