La Diosa del Arroz de los Deang

20050405

Para el lector occidental que tiene asegurados los aspectos básicos de su existencia de la cuna a la tumba, tal vez sea difícil imaginar las condiciones de vida tan diferentes que experimenta una gran parte de la población de nuestro planeta. Para millones de personas que viven día a día de la agricultura o la ganadería, su supervivencia aún depende de una serie de factores naturales que permitirán o no, el florecimiento y multiplicación de sus animales o plantas.

Esta situación, lejos de ser una anomalía exótica, ha sido la situación general de la humanidad (incluida la occidental) hasta hace apenas unas décadas. No es de extrañar entonces que uno de los papeles más importantes de la religión, entre los pueblos agricultores, sea desarrollar fórmulas que permitan influir de alguna forma, sobre esa naturaleza caprichosa de la que depende la vida de la gente. Así, no sólo las deidades agrícolas son las más importantes para numerosos pueblos, sino que la propia idea de la existencia de las personas tiende a percibirse, como señala Joseph Campbell, en una sucesión cíclica de individuos más o menos semejantes.

Aunque los Deang son nominalmente budistas, debido fundamentalmente a la influencia de sus vecinos Daile durante cientos de años, conservan todavía en la actualidad un buen número de vestigios de su religión primitiva, de los que tal vez el más llamativo es el culto a la Diosa del Arroz.

De hecho, ellos tienen una leyenda que cuenta como en tiempos remotos Buda y la Diosa del Arroz compitieron por demostrar su poder. En un momento en el que Buda hacía una fiesta religiosa, la Diosa del Arroz desapareció. La gente, sin arroz, no tuvo ganas de celebrar la fiesta, y el propio Buda fue en busca de la Diosa del Arroz para que volviera. Este cuento sirve para justificar ese sincretismo religioso de los Deang, en el que sus deidades tradicionales comparten protagonismo con las budistas.

A la Diosa del Arroz, la más importante de estas deidades tradicionales, se la venera varias veces a lo largo del año; pues se la considera estrechamente asociada con los diferentes aspectos del ciclo agrícola.

Todo el proceso de cultivo va acompañado de una serie de ceremonias en honor de la Diosa del Arroz, que se realizan con la esperanza de que la cosecha crezca bien. El arado es una actividad que realizan los hombres, pero antes que ellos empiecen, las mujeres al borde del campo cantan en voz alta a la Diosa del Arroz: "Oh, diosa. Ven a proteger nuestro campo, no dejes que los ciervos y otros animales lo pisoteen." Sólo cuando ellas han terminado sus cantos empiezan los hombres a arar la tierra.

La siembra la realizan las mujeres, pero antes de empezar sembrar realizan también una solemne ceremonia en honor de la Diosa del Arroz. Durante la misma la gente se reúne en el campo, los niños con címbalos y tambores, se sacrifica un pollo y un cerdo, se cantan canciones de alabanza para que el grano crezca bien, se realiza una comida ritual, y sólo entonces las mujeres inician la siembra.

En el momento de quitar las malas hierbas, ya se ha construido en cada casa una plataforma para honrar a la Diosa del arroz. Durante las ceremonias que se realizan en esta fase productiva hay que leer el nombre de los siete hermanos y las siete hermanas de esta diosa. Ese altarcito, situado sobre la trama de madera principal de la casa, es objeto de ceremonias tres veces cada mes, dirigidas por el cabeza de familia.

Hacia el otoño es cuando se realiza la cosecha, que es también una labor de las mujeres. Durante ese tiempo se hacen ofrendas continuamente a la Diosa del Arroz, e incluso se construye una especie de casita para ella, con una estructura de bambú, unas cajas y papel blanco. Se llama: "La casa de la diosa".

Antes de la cosecha se realiza la ceremonia llamada "Probar el nuevo arroz". Para ello se toma del campo el primer arroz que madura, y se lleva a casa donde se mezcla con el arroz viejo para hacer una comida ritual. Antes de comerle se ofrece a la Diosa del Arroz: "Diosa del Arroz, prueba nuestro nuevo arroz." También se da de comer al buey y al perro, para agradecerles respectivamente el haber trabajado la tierra, y el haberla protegido. Luego se ofrece en el templo budista, y por fin la familia tiene ocasión de probar el nuevo arroz.

Antes de la trilla también se preparan las ofrendas a la Diosa del Arroz, que deben consistir en los alimentos que a ella le gusta comer: plátanos, fruta, carne, pescado, dulces. Todo el mundo, hombres y mujeres, se dirigen al campo con las ofrendas para la diosa, cantando: "Diosa del Arroz, levantarte. Lávate las manos, lávate la cara. Come estos plátanos, come esta carne, come este pescado." Entonces las mujeres empiezan con la trilla. Al mediodía descansa de esta labor, y vuelven a orar a la Diosa del Arroz. Al acabar por la noche la vuelven a rezar, pidiéndola que vuelva a casa con ellos.

Entonces llevan el grano al almacén y llevan también allí la casita que hicieron para la Diosa del Arroz, donde descansará hasta el año siguiente cuando le pedirán que vuelva ayudarles.

Hay dos tipos de ceremonias en honor de la Diosa del Arroz, unas en las que participan toda la aldea, que se hacen en el templo budista. Otras se hacen a nivel familiar ante el altar que cada familia tiene en su casa.

Más información en:
Campbell, Joseph. - The masks of god.
Yu Ru.- Deang zu wenhua shi (Historia de la cultura Deang). Editorial de las Nacionalidades de Yunnan. Kunming. 1999


| Home| Libros| Viajes| Arte | Nombre chino | Etnias | Horóscopo | Cultura | Quienes somos |

Copyright © 2004 www.chinaviva.com