Shanghai baby- Wei Hui


Siento una especial debilidad por las obras que reflejan o intentan reflejar la sociedad china de la década de los 90 del siglo pasado, y en especial por las que se refieren a Shanghai. En realidad esa década fue clave para la formación de la china del siglo XXI, y las transformaciones experimentadas por sus ciudadanos, tan complejas, que parecen mas destinadas a ser descritas en las aparentemente aleatorias escenas de novelas y películas, que en esos libros de historia en los que solo minúsculos fragmentos de la realidad parecen tener cabida.

Si esos años ya tienen de por si un interés especial, en mi caso este interés se acrecienta porque fui al mismo tiempo testigo de la historia y en cierta forma, con otro puñado de extranjeros y chinos vanguardistas, detonante de unos cuantos capítulos de esas historias personales que van conformando en cierta forma la historia de un tiempo, un espacio.

Esa sensación se hace especialmente intensa en las obras referidas a las dos grandes metrópolis chinas, Shanghai y Beijing, no solo porque ellas fueron protagonistas de los cambios más notorios, sino porque fueron las ciudades en las que más me moví en aquella época.

La reciente lectura de Shanghai Baby, me ha llevado durante unas horas a ese Shanghai que tan bien conocí, ese Shanghai en el que los anhelos y esperanzas se cruzaban con una cierta inocencia primordial, en las que unos personajes buscaban rabiosamente algo que les identificara, que les individualizara aquí y ahora, de forma definitiva, como respuesta total y radical a la pretendida ecualización de una Revolución Cultural aun no muy lejana.

Entre ellos unos buscaban autoafirmarse por medio del arte, de la literatura, de esas posibilidades que surgían de enriquecerse por doquier, de los sentimientos románticos, a veces exagerados, o dando rienda suelta a esa sexualidad amordazada en China desde el comienzo de la historia. De tal forma que una sociedad que se presentaba ante sí misma y ante el exterior como de una uniformidad a veces aterradora, mostraba las fisuras que resquebrajaban esa uniformidad en el camino a la sociedad moderna.

La protagonista de esta historia, y posiblemente la autora del libro que se presenta en cierta forma como la memoria de un tiempo, del tiempo en que se escribe la propia obra, y los personajes con los que ella se relaciona, no son en cierta forma más que uno de los miles de pequeños círculos en los que Shanghai pugnaba por reinventarse, y las historias de sus anhelos literarios y desventuras amorosas no habrían provocado más que una serie de bostezos en el propio Shanghai en el que se desarrolla su obra.

No obstante la presentación ante el mundo exterior de una realidad que se pretendía ignorar y el valor con que la protagonista de la novela y tal vez la propia autora, desafiaban abiertamente a la hipócrita sociedad tradicional china, convirtió el libro en un escándalo y a la vez en un punto de referencia para millones de jóvenes chinas que sentían como la protagonista pero no se atrevían a confesárselo. Casi del día a la noche Shanghai Baby paso de ser una novela de juventud, tierna a veces, inocente otras, desgarradora en ocasiones, a un fenómeno social, un espejo en el que se miraban con envidia las jovencitas que no se atrevían a desafiar tan abiertamente a la sociedad, o que no encontraban las oportunidades materiales para hacerlo, y a la vez un periscopio al que se asomaban asombrados los adultos imaginándose con horror cuales serian las actividades de sus hijos.

He disfrutado con esta lectura tardía de Shanghai Baby. He disfrutados recordando el Shanghai de esos años, las calles, los bares, los ambientes que en cierta forma compartimos Wei Hui y yo, y he disfrutado con la lectura de una novela de juventud, en la que la protagonista expresa sin disimulo los miedos e incertidumbre ante el presente y el futuro y a vez el deseo inquebrantable de romper con el pasado. A veces he sentido que la novela pecaba de una cierta mojigatería, pero admiro no obstante el valor de Wei Hui al haberla publicado, entiendo perfectamente las razones por las que desbordó el ambiente puramente literario para convertirse en un fenómeno social y me congratulo sinceramente del éxito de la autora.

Han pasado quince años desde la publicación de esta obra y yo creo que este tiempo permite al lector contemplar esta obra con una cierta distancia, separarla de sus connotaciones escandalosas y su revulsivo social, y juzgarla solamente por sus meritos narrativos.

Wei Hui. Shanghai Baby. Planeta. 2003.


 

Copyright www.chinaviva.com 2000-2011