The last quarter of the moon. Una novela sobre los Ewenki


The Last Quarter of the Moon, es la primera novela que llega a Occidente ambientada en la vida y cultura de una comunidad Ewenki del Nordeste de China. Los Ewenki son un grupo de varios miles de personas,  que hablan un lenguaje relacionado con el Manchú y que se dividen entre el extremo oriental de Rusia y China.  La novela llegaba a Occidente precedida por un inmejorable pedigrí. Pues su autora, Chi Zijian ha recibido numerosos galardones nacionales, y la propia novela que nos ocupa fue premiada con el Premio Literario Mao Dun en el año 2008.

Dado mi interés por las minorías étnicas de China inicié la novela con gran ilusión. Narrada a lo largo de un día en la vida de una de las últimas ancianas Ewenki que se ha resistido a trasladarse fuera de sus bosques, permaneciendo con algunos familiares realizando su vida nómada tradicional, siguiendo a sus rebaños de renos en busca de comida, la novela cuenta en realidad la existencia de un clan de Ewenkis a lo largo de la práctica totalidad del siglo XX. Los protagonistas son las pocas familias, cada una en su tienda, que forman un clan, dirigido éste por un jefe.  Desde las primeras páginas el ambiente natural en el que se desarrolla la novela va enganchando al lector, las  ocasionales descripciones de aspectos culturales y religiosos específicos de los Evenki, bien integrados en la novela, van respondiendo a las expectativas que uno se realiza acerca de una novela “exótica” o “de frontera”.  La felicidad y la tristeza se van combinando de forma adecuada mientras el lector navega por la existencia de la protagonista. Muertes generalmente tan exóticas para el lector global, que merecen una detallada explicación de las circunstancias que llevaron a las mismas.

Si bien la primera parte de la novela, aproximadamente la mitad de la misma, no se ve un esfuerzo dramático exagerado, y afortunadamente la autora no se regodea en la violencia que acompañó la invasión japonesa ni la Revolución Cultura, a partir de un cierto momento parece que la capacidad descriptiva de la señora Chi pierde fuelle. Tal vez agotada su capacidad de sorprender al lector con nuevas revelaciones sobre aspectos interesantes de la cultura Ewenki, parece hacer suyo el dicho de Tolstoi: “Todas las familias son iguales en la felicidad, cada una es distinta en su desgracia” para empeñarse en mostrarnos que esta familia es completamente diferente.

Si en un principio las continuas muertes accidentales de los protagonistas de la novela van causando una extrañeza en el lector, que lo atribuye al exotismo del que hace gala la obra, posteriormente se va encontrando con un catalogo casi interminable de muertes extrañas, cada una acompañada con una pormenorizada descripción de las circunstancias que llevan a la misma. Los personajes nacen en la familia, y de alguna forma son brevemente engendrados, se narran una o dos situaciones en los que están presentes, para enseguida asistir a la descripción de su fin. El aire trágico que estas extrañas muertes proporcionan en las primeras páginas, va adquiriendo tonos de farsa e incluso cómicos, pues según se va acercando el final de la novela el lector sólo asiste a la desaparición de un personaje tras otro. Por ejemplo, al final de la página 283, tras describir detalladamente durante tres páginas las circunstancias que llevan a la muerte del segundo marido de la protagonista, se inicia una nueva sección del libro con: “En 1976 Viktor murió de una embriaguez constante.” Viktor es el hijo de la protagonista. Tras pasar revista brevemente a la situación de otros miembros del clan, justo una página después (final de la 284) nos cuenta que su nieto An’tsaur se casa. Con 19 líneas le sobra para  contar como un muchacho simple y apegado a sus tradiciones encuentra el amor en una muchacha de buen corazón, se casan, se queda preñada y ésta muere de una hemorragia en el parto de gemelos. No hay ningún dramatismo. El personaje aparece en un momento y diez o doce líneas después se muere. Menos que una noticia en el periódico.

Si esta fijación de la autora por mostrarnos como este clan de Ewenki son tan distintos en su desgracia, ya es difícil de llevar, lo es más aún las asfixiantes relaciones entre los miembros de las familias (de tres a seis según los momentos) que forman el clan. El odio parece instalado en el corazón de la mayoría de ellos: sólo los más cercanos a la protagonista se libran del mismo. Un odio enconado durante décadas, que aprovecha cualquier oportunidad para manifestarse, un odio que lleva a la muerte a varios protagonistas, y a la infelicidad a otros cuantos. Leyendo esta obra de repente ha vuelto a mi cabeza la sensación que experimenté leyendo “A puerta cerrada” de Sartre, hace más de 30 años. Si ya no están de moda las descripciones paradisíacas de las sociedades indígenas, tampoco me parece que haya que sustituirlo por esta descripción que llamaríamos infernal. Incluso aunque la autora se haya basado en hechos reales,  elegir precisamente estos hechos para describir la vida de poblaciones extrañas denota un etnocentrismo que sólo puede ser rechazable.

Tal vez esas descripciones formen parte de la corrección política de la novela. Mientras los Ewenki paulatinamente pierden sus bosques y su forma de vida según se implementan las políticas gubernamentales, apenas se ve en los recuerdos de la protagonista un deje de amargura. Las pocas críticas que se hacen a la desaparición de su mundo son tan suaves, tan veladas, que hasta pierden credibilidad literaria.

En definitiva, el libro, presenta información muy interesante para el lector, no sólo respecto a la forma de vida tradicional de los Evenki y su ambiente natural, sino al desarrollo de sus relaciones con el exterior  (comerciantes rusos, militares japoneses, funcionarios chinos) a lo largo de gran parte del siglo XX. Por otro lado su calidad literaria va decayendo según se avanza en la lectura proporcionando al lector su última alegría cuando ve la palabra “fin”.

Chi Zijian. The last quarter of the Moon. Harvill Secker. London 2013.

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