Se podría considerar que desde el establecimiento de la sociedad confuciana en la dinastía Han, hace unos dos mil años, la piedad filial ha sido el pilar central alrededor del que se ha construido la sociedad china. El comportamiento de cada persona respecto a su padre (y, en menor medida pero también, a su madre), basado en el respeto, la obediencia, la sumisión total y la obligación alcanzar fama para dar lustre a su nombre y mantenerlos en caso de necesidad, era un paradigma, a nivel microcósmico y familiar, de un comportamiento semejante a nivel macro cósmico, por parte de todos los súbditos, hacia el emperador.
Está relación, basada como otras muchas normas de la sociedad china, en las enseñanzas de Confucio, permite entender importantes aspectos de la cultura china, que de otra forma resultarían absurdos, como el poder absoluto de los padres sobre sus hijos o los desproporcionados castigos de que se hace merecedor cualquiera que viole la más mínima norma de la piedad filial.
Mientras que a nivel popular la piedad filial se instruía a los niños desde pequeños, especialmente con las historias ejemplares, de las cuales, las Veinticuatro Historias de Piedad Filial, generalmente ilustradas, eran las más famosas, a nivel intelectual y filosófico se basaba en el llamado Clásico de la Piedad Filial.
Estos textos fundamentales para entender la cultura china, denostados durante la época comunista, han sido recientemente editados y traducidos al inglés, dentro de lo que podríamos llamar el proceso de revitalización confuciana de la sociedad china.
Traducimos para el lector español, la breve introducción al Clásico de la Piedad Filial, donde sus ideas básicas son adelantadas:
“Confucio estaba ocioso en su casa, a su lado se sentaba Zeng Zi atndiéndole.
Confucio le dijo: “Los reyes de la antigüedad aplicaron la virtud más excelsa y el principio más importante para hacer que la gente común se sometiera a ellos. La gente vivía en armonía y no había protestas ni agravios entre los gobernantes y los gobernados. ¿Sabes cómo se pudo alcanzar esa situación?”
Zeng Zi se levantó de su asiento y le contestó. “Yo no soy tan sabio. ¿Cómo voy a entender esto?”
Confucio le explicó entonces: “Esto es la piedad filial, que es la misma fundación de todas las virtudes, y de la que todo entendimiento surge para la gente común. Siéntate y te diré porque sucede así.”
“Nuestro cuerpo físico, pelo y piel, todo nos es otorgado por nuestros padres, así que no debemos atrevernos a dañarlo ni herirlo, y ese es el punto de partida de la piedad filial. Si tu te estableces con éxito en la sociedad, tu nombre será transmitido a las generaciones posteriores y tus padres serán honrados. Este es el punto definitivo de la piedad filial.”
“Así que la piedad filial empieza por el amor a tus padres, continúa mostrando tu lealtad a tus superiores, y acaba estableciéndote tu mismo en la sociedad.”
“Como dice la Gran Oda del Libro de la Poesía: “No olvides a tus antepasados y cultívate tu mismo con sus virtud.”
De las Veinticuatro historias de Piedad Filial, posiblemente recopiladas en la dinastía Yuan, sólo decir que son breves historietas en las que se pone de manifiesto el comportamiento filial de un hijo. Es de notar que de las 24 historias, en 14 de ellas la acción filial va dirigida a la madre, en seis de ellas a los padres como pareja y sólo en cuatro de ellas al padre.
Traducimos aquí la novena historia: “Guo Ju piensa en enterrar a su hijo para salvar a su madre”
Guo Ju, de la dinastía han, llevaba una vida muy pobre. Tenía un hijo de tres años. La madre de Guo Ju, a menudo dejaba un poco de su comida para su nieto.
Un día Guo Ju dijo a su esposa: “Como nuestra familia es demasiado pobre para dar a nuestra madre suficiente comida, y además, ella comparte una parte con nuestro hijo. ¿Por qué no enterramos a nuestro hijo? Podremos volver a tener hijos, pero nunca podremos tener una madre de nuevo.”
La esposa no se atrevió a llevarle la contraria. Así que Guo Ju se fue al monte con su hijo y excavó un foso de un metro de profundidad. Justo en ese momento, se encontró un caldero de oro con unas palabras inscritas: “Oro del dios para el diligente hijo Guo Ju. Los oficiales no pueden robarlo, y otros no se lo pueden llevar.”
Más información: The Book of Filial Piety - Twenty-four stories of filial piety - Dizi gui: Dos and Don’ts for Children. Traducido al inglés por Gu Danke. China Publishing Group. 2010.
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