Durante mi último viaje a Lhasa, el 3 de noviembre, tuve la suerte de coincidir con la celebración del festival Pellha Ritra de los tibetanos. Como en la mayoría de sus celebraciones, desde primera hora de la mañana se ve una gran actividad en la calle Barkor. Miles de personas peregrinan ritualmente alrededor del Templo Jokhang, el lugar más sagrado para los budistas tibetanos, y otros cientos de ellos hacen cola desde primera hora de la mañana para rendir culto a las imágenes sagradas.
Ese día los tibetanos celebran el reencuentro anual de una diosa con su amante. La diosa en cuestión es Pellha Pelldongma, que es representada con cara de rana. Esta diosa es una manifestación de Palden Lhamo, también llamada Sri Devi en la India. Su imagen se encuentra en el interior del templo Jokhang, en el Altar de Pellha Chok. En ese altar se veneran a tres diosas que según la tradición eran las tres hijas de una mujer. La mayor de ellos era lista y trabajadora, cariñosa con sus padres, nunca les causó un disgusto. La mediana no era tan buena, y se convirtió en una continua fuente de preocupaciones. La pequeña era muy vaga, llevó una vida extravagante causando siempre problemas a sus padres. |
Al final cada una de ellas recibió su merecido. La mayor se convirtió en la diosa Pellhamo, venerada por la gente. La mediana en la Pellha Pelldongma con cara de rana y la menor en una mendiga. Pellha Pelldongma, además, fue castigada a un encontrarse con su amado más que una vez al año, lo que sucede precisamente el 15 de octubre del calendario tibetano.
Ese día, su rostro, que habitualmente está cubierto, se descubre, y su imagen es sacada del templo y llevada a la calle Barkor, justo frente a la casa donde su amado vivía.
Durante la ceremonia, mientras centenares de personas aciden a venerar a las deidades budistas, un grupo de creyentes, bellamente ataviados con los trajes de Lasha, tocados con un curioso gorro adornado con piel, toman un papel protagonista, realizando ofrendas a la diosa en el patio del templo. |
